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La prensa chilena en la era Bachelet (página 2)



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empresarial. De su dependencia del proteccionismo y
clientelismo estatal, los empresarios pasaron, en poco más
de una década, a destacarse en la innovación
tecnológica y de gestión, la conquista de
mercados, la
capacidad de tomar iniciativas y gestar nuevos negocios".

El razonamiento de Boeninger, un líder
histórico de la Concertación, ha sido la carta de
navegación de los gobiernos de Aylwin y Eduardo Frei
Ruiz-Tagle -ambos demócratacristianos- y de los
socialistas Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. En
esencia, la Concertación, para gobernar, ha utilizado la
fórmula de maquillar cosméticamente como
democrático el sistema
político instaurado por la dictadura,
para mantener un modelo
económico, social y cultural neoliberal, heredado, y que
solamente en privado la mayoría de sus dirigentes se
atreve a reconocer, a regañadientes, como
exitoso.

Prensa y
mercado

La negativa de los gobiernos de la Concertación,
para desarrollar una política
comunicacional que favorezca la libertad de
expresión y el derecho a la información de todos los chilenos, ha
tenido como consecuencia el cierre de numerosos medios de
comunicación, sobre todo escritos, o que grandes
conglomerados económicos nacionales y transnacionales
concentren la propiedad del
sistema de
medios. En los
hechos, solo dos grupos controlan
casi el 80 por ciento de la propiedad de los medios de
comunicación, incluyendo la participación en
radio,
televisión e Internet: El Mercurio S.A.
y Copesa. Ambos manejan los siete diarios de mayor
circulación del país, quedando fuera de su control La
Nación,
que es del Estado;
Publimetro, de circulación gratuita; y el diario de
Economía, Estrategia. Esta
situación ha atentado de manera considerable contra el
pluralismo de la prensa chilena y,
por ende, contra la calidad de la
democracia.

La falta de una política pública de
comunicaciones
dejó en manos privadas el sistemade medios,
mayoritariamente controlado por la derecha política y
económica, con lo cual los gobiernos de la
Concertación entregaron en bandeja a la oposición,
nostálgica de la dictadura, la construcción de la agenda noticiosa. En la
práctica, estos medios imponen a la opinión
pública los temas que le reportan mejores dividendos
políticos y electorales, como la delincuencia,
la inseguridad
ciudadana y la corrupción, dejando de lado aquellos que
permiten una profundización de la democracia a partir de
la ampliación de la tolerancia, la
aceptación de la diversidad o una mayor participación ciudadana. Discusiones como
el aborto, el
embarazo
adolescente, la precariedad laboral, la
desigualdad en educación o la
redistribución de la riqueza solo aparecen en la agenda de
los medios cuando se espectaculariza la
información.

Uno de los principales intelectuales
concertacionistas, el sociólogo y ex director de la
Secretaría de Comunicación y Cultura del
gobierno de
Aylwin, el socialista renovado Eugenio Tironi, justificó
la falta de compromiso de los gobiernos democráticos con
los medios de comunicación alternativos a la prensa de
derecha como una consecuencia natural de la mano invisible del
mercado; incluso
sostuvo la paradoja de que sería la propia opinión
pública la que, al desinteresarse de los temas
políticos, consolidara la democracia en el país.
Así, el actual sistema de medios solo asumió,
inocentemente, las nuevas demandas de unas audiencias satisfechas
política y económicamente: "Los medios de
comunicación -primero la
televisión y la radio, luego
la prensa escrita-, guiados por sus propios estudios de mercado,
irán
inevitablemente ajustándose a este nuevo estado de la
opinión pública. Así como ayer los medios
contribuyeron a la liberalización política y a la
transición democrática, empujados por la "mano
invisible" de un público que exigía congruencia,
hoy los medios, -siguiendo otra vez a la opinión
pública- toman distancia de los conflictos
políticos e ideológicos y contribuyen al proceso de
consolidación democrática". Es decir que la actual
farandularización y espectacularización que se
aprecia en la prensa nacional sería un síntoma de
la democratización del país. Esta reflexión,
sin duda, es compartida por la clase
política chilena, que actúa en su conjunto sobre la
base de persuadir a un consumidor
más que a un ciudadano.

La principal crítica
de la prensa independiente apunta al rol del Estado en materia de
comunicación, que se intensifica por el escaso interés de
los dos últimos gobiernos socialistas de la
Concertación. Muchos actores del sistema medial esperaban
que tanto Ricardo Lagos como Michelle Bachelet apoyaran la
proliferación de una prensa democrática, como una
expresión postergada de las libertadas recuperadas en
1990. Nada de eso ocurrió, sino todo lo contrario. El
apoyo estatal ha sido nulo y la frustración en el gremio
periodístico ha crecido aún más porque el
gobierno de la Presidenta Bachelet tiene, por primera vez en 17
años, mayoría en la Cámara de Diputados y el
Senado.

Carlos Monge, ex editor del desaparecido matutino de
centroizquierda Diario Siete, que dejó de circular en el
2006, resumió en pocas palabras la política
comunicacional de los gobiernos de la Concertación: "Hubo
una política de gobierno, de entrada, con Aylwin, donde la
persona que se
encargó de comunicaciones fue Tironi, que representa el
ultraliberalismo. Dijo: la mejor política es la no
política, y que sobrevivan los que se la
puedan".

El hecho de que los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos y
Bachelet hayan contribuido, por acción
u omisión, a la desaparición de los medios de
prensa comprometidos con el retorno y profundización de la
democracia, también ha ido de la mano con la falta de
voluntad política para rearticular a la sociedad civil, a
través de los sindicatos,
colegios profesionales, juntas de vecinos y cooperativas
anulados por la dictadura.

En ese sentido, el sociólogo Felipe Portales
explica que la democracia tutelada por los poderes
fácticos -empresariado, militares e Iglesia– y el
modelo neoliberal impuesto por la
dictadura, "han sido consolidados por el propio liderazgo de
la Concertación, el cual ya había autodestruido
todos los diarios y revistas surgidos en la década del 80
y había logrado la adaptación de la generalidad de
la población a la atomización social,
el consumismo económico y la impotencia
política".

El aporte de
Pinochet

En una reveladora entrevista
concedida a la revista Cosas
en mayo de 2000, el actual ministro de Relaciones Exteriores, el
economista democratacristiano Alejandro Foxley, expresaba el
pensamiento
oculto de la dirigencia concertacionista. Sus palabras sorprenden
por la sinceridad y el pragmatismo al
reivindicar la obra del dictador: "Pinochet realizó una
transformación, sobre todo en la economía chilena,
la más importante que ha habido en este siglo. Tuvo el
mérito de anticiparse al proceso de globalización que ocurrió una
década después, al cual están tratando de
encaramarse todos los países del mundo. Hay que reconocer
su capacidad visionaria y la del equipo de economistas que
entró en ese gobierno el año 1973, que fueron
capaces de persuadir a un gobierno militar -que creía en
la planificación, en el control estatal y en
la verticalidad de las decisiones- que había que abrir la
economía al mundo, descentralizar, desregular, etc. Esa es
una contribución histórica que va a perdurar por
muchas décadas en Chile y que, quienes fuimos
críticos de algunos aspectos de ese proceso en ese
momento, hoy lo reconocemos como un proceso de importancia
histórica para Chile, que ha terminado siendo aceptado
prácticamente por todos los sectores. Además, ha
pasado el test de lo que
significa hacer historia, pues
terminó cambiando el modo de vida de todos los chilenos,
para bien, no para mal. Eso es lo que yo creo, y eso sitúa
a Pinochet en la historia de
Chile en un alto lugar. Su drama personal es que,
por las crueldades que se cometieron en materia de derechos humanos
en ese período, esa contribución a la historia ha
estado permanentemente ensombrecida". De acuerdo con el informe Rettig
(como se conoce en Chile al informe de 1991, de la
Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, sobre
las violaciones a los derechos humanos durante la
dictadura de Pinochet), el modelo neoliberal impuesto por la
dictadura de Pinochet y consolidado por los gobiernos de la
Concertación costó la vida de 1.200 detenidos
desaparecidos, 30 mil torturados y casi un millar de exiliados y
relegados.

Al respecto, Felipe Portales explica que la
valoración del éxito
macroeconómico del modelo neoliberal impuesto por Pinochet
permite entender las razones de por qué el liderazgo de la
Concertación abandonó la búsqueda de
justicia, en
los casos de violaciones de derechos humanos: "Si la obra
económica-cultural de la dictadura se visualiza en
términos tremendamente positivos, y si se considera que
dichas transformaciones no pudieron efectuarse sino por medios
dictatoriales, es inevitable que las violaciones de derechos
humanos conexas adquieren mucho menor gravedad". En definitiva,
para la Concertación las vejaciones y sufrimientos que
sufrieron miles de chilenos fueron un mal menor, a los cuales
hace referencia cada cierto tiempo
solamente para conseguir beneficios electorales.

Otro chiste que circulaba en el año 2000
señalaba que el dueño del decano de la prensa
nacional, el diario El Mercurio, un activo agente conspirador
contra el gobierno de Salvador Allende, ante
el inminente triunfo del socialista Ricardo Lagos ordenó
ampliar las páginas de la sección Vida Social, de
dos a cuatro, para dar un merecido recibimiento a los nuevos
inquilinos del palacio de La Moneda.

SIP
aprobó envío de investigadores a
Chile

La Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP) resolvió enviar una
misión
a Chile, para informarse de las investigaciones
ordenadas por el Legislativo sobre la repartición de
publicidad
gubernamental "para beneficiar a algunos medios en perjuicio de
otros".

Las investigaciones en curso han obligado a algunos
medios de comunicación a entregar "antecedentes
comerciales estratégicos", expuso el organismo continental
en su reunión semestral que desarrolló en marzo en
el puerto colombiano de Cartagena.

También preocupó a la SIP que, de acuerdo
con el congreso chileno, en ese país "no habría
suficientes garantías para la libertad de
expresión en los términos establecidos en el pacto
de San José de Costa Rica, y que
estima insuficiente la diversidad y el pluralismo que existe
entre los medios de comunicación del
país".

La comisión que visitará Chile, en fecha
aún indeterminada, verificará también "las
limitaciones que han advertido los diputados a la libertad de
expresión en ese país".

 

 

 

 

Autor:

Marco Herrera Campos

Chileno, Periodista por la Universidad de
Chile, docente en la Universidad de Viña del Mar,
Chile

Revista Chasqui
Centro Internacional de Estudios Superiores de
Comunicación para

América Latina (CIESPAL)
Email: chasqui[arroba]ciespal.net     
info[arroba]ciespal.net
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Quito –
ECUADOR

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